Resumen: Marcuse. Nuevas formas de control

Herbert Marcuse, «1. Las nuevas formas de control político» y «2. El cierre del universo político» en El hombre unidimensional.
Resumen de Bárbara López Mondragón

Las nuevas formas de control

La sociedad industrial avanzada (aparentemente) se encuentra en un estado de razonable libertad y comodidad gracias al progreso tecnológico. Ya el tiempo ha pasado desde las etapas tempranas de la sociedad industrial. Los derechos y libertades que fueron factores vitales en sus orígenes están perdiendo su racionalidad. Las sociedades actuales parecen satisfacer cada día más las necesidades básicas del individuo, no dejando ya lugar a críticas o disconformidad con el sistema, provocando que estas críticas sean inútiles o disminuidas a promoción y debate de políticas alternativas dentro de lo ya determinado.

Es cierto que en lo que concierne a necesidades básicas de vida no parece haber un motivo para diferir con este sistema. La libertad para trabajar o para morir de hambre significa fatiga inseguridad y temor. El proceso tecnológico de mecanización y normalización podrían canalizar la energía individual hacia la libertad mas allá de la necesidad y dejar de lado estos temores. El individuo tendría libertad para ejercer la autonomía sobre una vida que sería la suya propia. El aparato productivo podría dirigirse hacia la satisfacción de las necesidades vitales y tal control centralizado haría posible la autonomía individual. Este es el verdadero fin de la racionalidad tecnológica. Sin embargo, el que en realidad opera es el rumbo contrario: el aparato impone sus exigencias económicas y políticas para la expansión del tiempo de trabajo sobre la cultura material e intelectual en el tiempo libre. Es así como la sociedad industrial actual tiende a ser totalitaria. En una forma técnico-económica no terrorista opera en función de la manipulación de las necesidades por intereses creados.

El poder político de las sociedades industriales de nuestra era se afirma por medio del poder sobre el proceso mecánico y organización técnica del sistema. La civilización industrial sólo puede mantenerse con el poder industrial del que dispone por sobre intereses individuales o colectivos. La máquina impone al individuo un gran poder físico, haciendo así que el individuo sea considerado inferior a la máquina. No se ve entonces que la máquina es en verdad el poder del hombre almacenado y proyectado.

Esta nueva visión del mundo del trabajo como una mśquina, se transforma en la base potencial de una nueva libertad para el hombre que va de la mano con las nuevas capacidades de la sociedad. Las necesidades precondicionadas no biológicas van con lo que las instituciones e intereses predominantes consideren o no deseable. Escoger entre una variedad de bienes y servicios no es libertad si estos sostiene controles sociales sobre una vida de temor, es decir están alienados. Se distingue entre necesidades verdaderas y falsas:
  • Falsas: son impuestas por intereses sociales particulares y proporcionan una falsa idea de felicidad. El desarrollo de estas necesidades del individuo está sometido a un poder extraño que le impide el libre desarrollo de su naturaleza.
  • Verdaderas: son las únicas que inequívocamente pueden demandar su satisfacción, son las vitales como habitación, comida y vestido. 
Aunque el hombre es el único que puede decidir entre sus necesidades, no lo puede hacer si se encuentra manipulado. La reproducción espontánea de los individuos de los preceptos sociales o necesidades impuestas prueba la eficacia de los controles, no la autonomía.

El mecanismo que une al individuo a su sociedad ha cambiado y el control social se ha introducido en la nuevas necesidades. La pérdida de la dimensión en que reside el poder crítico de la razón se ha esfumado gracias a los preceptos sociales que omiten lo que no es un hecho, a la identificación inmediata con estos preceptos. Las necesidades falsas se han transformado en verdaderas a consecuencia de la producción de dichas condiciones de vida que se vuelven ilusoriamente favorables para el individuo.

El cierre del universo político

La sociedad combina en una unión productiva elementos del Estado de bienestar y el Estado de guerra. Las tendencias principales son la concentración de la economía nacional en las necesidades de las grandes empresas, hoy en día podemos ver grupos de sindicatos formando juntos grupos de presión. La reducción gradual de controles políticos directos prueba la confianza cada vez mayor en la efectividad de los controles tecnológicos como instrumentos de dominación. Las luchas de clases se atenúan y las contradicciones imperialistas se detienen ante la amenaza exterior. La sociedad capitalista se fortalece  con estas luchas. La movilización contra el enemigo actúa como un poderoso estímulo de producción.

La transición del capitalismo al socialismo es vista por el marxismo como una revolución política. Se destruye el aparato político pero el tecnológico permanece. Claro, en un estado distinto, con nuevas cualidades. La teoría marxista lo explica así:

a) El desarrollo tecnológico está sujeto a las leyes económicas de cada organización social. Con la revolución, la tecnología permanece subordinada a las leyes económicas de la nueva formación económica.

b) La tecnología no se desarrolla a saltos, sino mediante una acumulación gradual de elementos de la nueva cualidad mientras que los de la antigua desaparecen.

En el capitalismo avanzado, la racionalidad técnica se encierra irracionalmente en el aparato productivo. Tanto el objeto como el sujeto se constituyen instrumentos de una totalidad que tiene su razón en las realizaciones de su productividad. La aspiración a una vida más confortable es lo que mantiene este sistema, aunque no le es permitido al individuo tener aspiraciones mayores a las que se imponen por el aparato. El individuo no puede imaginar un universo de acción y pensamiento cualitativamente mejor gracias a la ilusión de la aparente confortabilidad material. Las clases trabajadoras de zonas avanzadas están en contra de una transformación por los siguientes motivos:

Mecanización: el desgaste físico del trabajador es mucho menos evidente, evitando que el trabajador alcance a ver su importancia para la construcción del producto. Si bien ya no es en el plano físico tan visible, el desgaste es mucho mayor en la tensión y el esfuerzo mental.

La automatización:  parece alterar cualitativamente la relación entre el trabajo muerto y el vivo; tiende hacia el punto en el que la productividad es determinada. El trabajador no se da cuenta de que de hecho él le da la plusvalía al producto, ya que la máquina sólo transfiere su propio valor.

Los cambios en el carácter del trabajo transforman la conciencia del trabajador sobre él mismo y su trabajo.

El trabajador promueve su propia explotación. El aspecto negativo hacia el trabajo se va difuminando. Una especie de velo tecnológico oculta la reproducción de la desigualdad y la esclavitud.

2 comentarios:

  1. Marcuse, un filósofo difícil de leer. Me parece un buen resumen que nos pone al tanto de los intentos del capitalismo por mantener el status quo presente en la línea del tiempo. Bien, Bárbara. Sigue en esos buenos intentos por remontar las filosofías que pugnan por desvelarnos estas estructuras de la dominación.

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