16.11 Lukács. La autoconciencia de la cosa

Bitácora de la sesión del 16 de noviembre de 2011
Por Claudia Ivette Fuerte

Al empezar la clase se explicó cómo el hombre se vuelve objeto, es decir una “cosa”, al vender como mercancía su fuerza de trabajo.

Después, conforme al texto vimos cómo en la individualidad  siempre vemos a los demás ajenos a nosotros; y las ideas que tenemos del mundo son de la clase dominante, es decir la de la clase capitalista, pues crean una visión del mundo a su conveniencia, una visión que el proletariado adopta como propia.

Para comprender lo anterior de una mejor manera analizamos el objeto de la siguiente manera:

Entre el sujeto y el objeto tiene que haber una distancia  para poder criticarlo; esta es una acción inmediata de parte del sujeto. En esta distancia marcada por él mismo, el sujeto va a criticar al objeto, y esta crítica es la que pone en duda que la apariencia del objeto era el objeto real, “en sí”. El objeto en sí es independientemente del sujeto.

Posteriormente vimos que todo lo que se ve como verdadero tiene que ser criticado de tal modo que quite lo subjetivo en el conocimiento. A esto se le llama  “desantropomorfizar”: superar la simple creencia y desprenderse del conocimiento mítico y epistémico, que es puramente falso. El hombre se aleja de lo que cree que es real, la mera apariencia; pero lo real es el humano  ya que el mundo  lo creo él  y la apariencia que tiene el objeto cubre este origen.

Por último, vimos la cosificación: la distancia entre el sujeto y el objeto se piensa como relación de trabajo que es determinada por sus condiciones materiales.  La relación  sujeto-objeto se tendría que ver en relación con lo que debe ser un ser como humano no como algo  extraño.  El hombre trata de entender algo que él mismo ha creado. Entonces el humano pretende entender un objeto que él mismo ha creado.

Poniendo al sujeto como trabajador, éste se separa del producto de su trabajo, ya que lo que produce no le pertenece. Cuando el trabajador adquiere conciencia de este proceso, adquiere conciencia de su ser como mercancía, es decir como objeto, y a la vez como “cosa”. Dicho de otra manera, el producto de su trabajo no es para él, sino que él es un “algo”, una mercancía que el dueño del dinero adquiere.

Al tener conciencia de su ser como cosa, el hombre se sabe entonces objeto y también marca una distancia crítica inmediata de él mismo. En ese momento también marcará una distancia de él como objeto y de objeto a él mismo como sujeto. La conciencia de clase del proletario es así la autoconciencia de la cosa.

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