11.11 Lukács, objetividad y cosificación

Bitácora de la sesión del 11 de noviembre de 2011
Por Anaid Mora

En el acto de la cosificación la idea central es la relación sujeto-objeto, ya que es de donde parte el concepto de objetividad:

Sujeto: El que realiza la acción de conocer
Objeto: El que es conocido

La objetividad, esto es, el reporte de lo que un objeto «es» con independencia de cómo se presente ante nosotros hace verdadera una afirmación. De aquí que el conocimiento deba evitar —en la medida de lo posible— la intervención del sujeto.

Para lograr demostrar que un algo es independiente de mí, necesito hacerlo un objeto que se distingue desde mi perspectiva. Descartes plantea la separación radical entre sujeto y objeto para acceder a la certeza de lo que lo rodea. La duda metódica consiste en someter a cuestionamiento todo tipo de saber. Primero pone en tela de juicio los datos de los sentidos, a continuación si estamos soñando y, por último, si no será mi vida el juego de un genio maligno. De tal manera, no tendría nada cierto, salvo una cosa: que estoy dudando. Si cuestiono, pienso. Si pienso, ¡existo! La famosa frase de Descartes sintetiza este razonamiento: cogito, ergo sum.

El objeto es en sí incomprensible porque lo que conozco yo como sujeto del objeto es sólo lo que se ve, su apariencia, y no puedo acceder a lo que le da al objeto su apariencia (su fundamento): es el nóumeno (límite en filosofía idealista). Por lo tanto lo que conozco del objeto no es el objeto en sí, sino lo que yo puse ahí desde el principio. Llegué a la certeza de mí, pero perdí la del objeto. Entonces, ¿Cómo acceder a la «objetividad» si soy un sujeto? El problema es que yo del objeto sólo conozco la apariencia del objeto y no el en sí.  Si me relaciono con su manifestación en apariencia, esa apariencia es respecto de mí. Para que el sujeto pueda conocer el en sí del objeto debe vincularse con él.

La libertad del hombre es en un sentido un nóumeno porque está en el en sí del ser humano: en el mundo fenoménico lo que vemos son acciones que obedecen a «causas», no el ejercicio de la libertad.

En la Crítica de la razón pura, Kant dice que en la búsqueda del conocimiento llega un momento en el que el sujeto ya no es el que gira alrededor del objeto para poder conocerlo y entenderlo, sino que es el objeto el que gira alrededor del sujeto. De tal forma, su sistema es una suerte de revolución análoga a la de Copérnico, quien pasó de la representación geocéntrica a la heliocéntrica.

Si en el objeto no hay absolutamente nada que no haya yo puesto ahí, hay dos consecuencias: la totalidad y la irracionalidad. Por una parte, el «mundo» se vuelve irracional (no accesible a la razón): la separación sujeto-objeto es el reflejo de las condiciones sociales del capitalismo. Por otra parte, no se pueden aislar las cosas ya que todo forma parte de un sistema. La superación de este problema sólo es posible en la sociedad burguesa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario